EL
ENVOLTORIO DE NUESTRAS VIDAS
Hace dos minutos Tomás
ha llamado por teléfono a su hijo, se encontraba en casa de su
madre, ya son las 9 y cuarto de la noche y su entrenamiento de fútbol
termino a las 7 y media. Contestación a la llamada, “me pillas en
un examen“, claro ya Tomás estaba advertido ya conocía que el
aparente progreso, es decir, la tangible tecnología actual permitía
realizar exámenes por Internet. Su hijo tiene 14 años, está en
tercero de secundaria y es un crack, claro es su hijo que puede decir
él, pues no, es ciertamente un Crack, bueno dejemos esta insistencia
aparte
.
.
A Tomás todo esto le
llevó a recordar como funcionaba las cosas en su tiempo y como
funcionan ahora. Le separa “pocos años” de su hijo unos 33 años,
nada para la evolución humana.
Profundizando en esto,
Tomás siempre pensó que su padre lo tenía que pasar mal para
adaptarse a unos hijos tan diferentes. Su padre no tenía grandes
diferencias con su abuelo en la forma de ser, en sus relaciones con
su ambiente social, en la economía, en su sexualidad, en fin en
todas las cosas que constituyen nuestra conformación, personalidad y
aparente condición humana. Tampoco la su abuelo con su bisabuelo y
al parecer así durante mucho tiempo.
Ante la respuesta del
hijo de Tomás y después de orinar, Tomas se sorprendió cuando
miraba los azulejos blancos del baño que se encuentra frente al
inodoro, azulejos que miraba pero que no veía aunque le ayudaban a
lo que pensaba,y dijo “ES LO MISMO” lo dijo con un importante
pero controlado estupor, si lo mismo que mi padre pensó conmigo y
mis hermanos yo lo estoy pensando con mi hijo, “ESTO VA MUY
RAPIDO”. Sintió las ganas, como a menudo le ocurre, de
interrogarse a si mismo para poder concretar, sacar conclusiones
sobre como se mueven las cosas, el tiempo, las sensaciones. ¿no
pensaría lo mismo mi padre de mi abuelo? Y ¿mi abuelo de
bisabuelo?.
Es difícil adivinar la
realidad de los hechos, sobre todo cuanto más difícil es
comunicarnos entre nosotros. Lo que sentimos lo que en realidad nos
llevamos en secreto a las profundidades de nuestra semiconciencia
oscura y solitaria, sobre todo cuando nos hemos nutrido y al tiempo
generado una educación donde hasta nuestro propio nacimiento y
muerte y con ello una inmensidad de estaciones de nuestra vida, sólo
es una cobarde propiedad con un letrero llamativo, en casos explícito
o insinuante en otros , de PROHIBIDO EL PASO.
De alguna manera Tomás
se alegra, en su casi maniático afán de “supervivencia feliz”
ante la realidad sólo encuentra cambios en el celofán, en lo
exterior, en lo que envuelve la vida pero no tanto en la vida en sí,
no cree que lo fundamental de la vida humana tenga radicales cambios
con el tiempo, el sexo, el humor, el amor, la sensibilidad, el odio,
la usura, la maldad o inclusive de se parte de un todo. No existen
grandes cambios en transcurso de las generaciones. Aunque cierto es
que el poder del celofán, del envoltorio y sobre todo de quienes
influyen en él producen azares que el no logra adivinar y marcan
injustamente parte de nuestros destinos.
Es lo externo lo que
cambia, lo interno se encuentra íntegro, capaz, con un gran SI en lo
más oculto de cada uno, lo que tenemos por momentos son envoltorios
mas traslucidos que otro momentos y al tiempo todos no nos envuelve
el mismo papel.